El año arranca con un Petro más militante. El tuit volvió a ser su arma preferida. También es el vehículo favorito de la comunicación oficial. Sin embargo, parecieran existir dos Petros: con y sin trinos.
El Petro de las medidas efectivas es una mezcla de ortodoxia económica con algunas aventurillas que, pese al diminutivo, resultan costosas. Pueden ser justas, pero costosas en todo caso. Lo más serio de Petro aparece con la reforma tributaria: aunque a algunos no les guste, es un ejercicio más progresivo que otros en el pasado. En igual dirección, el tratamiento de los subsidios a la gasolina es un notable acto de seriedad que venía siendo aplazado. Y todo esto envuelto en anuncios del ministro Ocampo sobre el uso de los nuevos recursos dejando espacio para los necesarios correctivos fiscales y de deuda pública.
Pero el Petro del tuit es otra cosa. A vuelo de pájaro, el monto de algunos anuncios oficiales duplica el recaudo proveniente de la reforma tributaria. Los $ 500.000 mensuales para adultos sin pensión suman $ 18 billones al año. Aunque los ministros han atenuado la cifra, comprar vía Fedegán 3 millones de hectáreas suma 10 billones anuales. La transferencia de otros $ 500.000 para madres cabeza de hogar alcanza los $ 34 billones anuales. El millón mensual para jóvenes gestores de paz añade $ 1.2 billones anuales. El subsidio del SOAT, $ 2 billones anuales. Vamos en 65.2 billones y la noche que llega. Pareciera que en el alfabeto oficial se perdió la letra “m” y se reemplazó por la “b”. Ya no se habla de millones. Todo se calcula en billones.
En una mirada de fondo, hay que reconocer que la gobernanza del Centro Democrático se había marchitado. Que Petro no solo era una opción, sino una necesidad. También habría que reconocerle que para los tiempos recios que se avecinan, Petro puede estar mejor dotado para administrarlos. Pero, ¿cómo lo hará? ¿cuál es el Petro que nos espera cuando la luna de miel comience a llenarse de hiel? ¿un conciliador que sin renunciar a sus reformas preserve un hilo de contenido nacional? ¿o el militante de las calles en una deriva peronista de incalculables consecuencias?
Seguramente, su gestión va a seguir regida por un aumento del gasto público social. Y esto quizás será necesario para solventar tempestades. Pero la preocupación es que mucho de lo prometido no toca realmente las deficiencias estructurales. Los subsidios destinados al bolsillo de los necesitados en esta coyuntura son imprescindibles. Pero esto debe ser temporal. No pueden reemplazar la construcción de una sociedad incluyente pero a la vez productiva e innovadora, que no se limite a la molicie del cheque oficial. Este semestre será definitorio.